SANTOS MÁRTIRES



SANTOS MÁRTIRES: VICENTE, SABINA Y CRISTETA

La historia de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta no deja de asombrarnos ni siquiera un momento. Desde luego son dignos de alabanza ya que entregaron su vida por defender su FE. Una fe incorruptible, duradera y que por su paso a través de siglo y siglos no hemos dejar de admirar.


Aquí os dejo el acta del Martirio de estos Santos, reproducido tal cuál:



Imágenes de los Santos en la Basílica de San Vicente de Ávila (España). fotografía: www.romanicoaragones.com



“Entre los más ilustres mártires de Jesucristo, son dignos de especial mención los hermanos, San Vicente, Sabina y Cristeta. Fueron naturales de la Villa de Talavera de la Reina, sita en la Provincia de Toledo, España. El cruel Daciano fue enviado a España con el perverso fin de perseguir y si pudiera exterminar a los cristianos, y después de sacrificar muchas víctimas en Barcelona, Zaragoza y Toledo, llegó a Talavera.



Allí le fue denunciado como cristiano, el joven Vicente, quien sin temor al tirano, al ser preguntado por su religión, intrépidamente confesó que era cristiano. Irritado el Gobernador, ordena inmediatamente ofrezca sacrificios a los dioses del imperio. A lo que Vicente contestó: “Carecería de sólido entendimiento, si menospreciando al Dios verdadero que creó el cielo y formó la tierra, penetró los abismos y ciñó los mares, diose culto a los falsos dioses de leña y piedra, representados en estatuas vanas. Júpiter a quien tu invocas, fue un hombre inútil cuyas maldades y torpezas publican vuestros mismos libros, pero mi Dios es Santo e inmaculado, uno en esencia y trino en personas, quien por su infinito poder y suma bondad hizo las obras admirables, que en el cielo y la tierra vemos y sabemos, las cuales por todas partes publican su divinidad”.




Irritado Daciano con esta confesión, ordenó fuese llevado a ofrecer sacrificios a Júpiter, sopena de los mayores tormentos. Más llevado ante el dios falso, apenas el joven santo puso sus pies en la piedra del ara de aquél dios pagano, convirtiose su dureza en blandura, quedando en ella impresas las plantas de nuestro santo como en blanda cera, con cuyo milagro muchos gentiles se convirtieron, y pretextando, que deseaba tres días para resolverse, lo llevaron a la cárcel. Estando el joven Vicente en la prisión acudían a visitarle muchos fieles y paganos de los que convirtió a la fe. Cada día crecía más su fe y su confianza en Dios, sin temor de lo que pudiera sucederle.




Sus dos hermanas huérfanas, Sabina y Cristeta, acudieron también a visitarle, y con lágrimas en los ojos, no para apartarle de la fe, sino para que con su presencia y compañía tener quien les sostuviese y confirmase en ella, le propusieron huyese de la cárcel. “Ya ves, le decían, bañadas en lágrimas, nuestra soledad, huérfanas de padre y madre y sin más amparo que el tuyo, si esto nos falta ¿Quién defenderá nuestra pureza del furor de los bárbaros? ¿Quién fortalecerá nuestro ánimo? Oye nuestras súplicas, sal de la prisión para que huyamos juntos, si bien para librarte ahora, no para que se nos niegue otra ocasión en que los tres consagremos a Dios nuestras vidas y si llega el caso, vivamos las dos contigo con decoro y aumento de santidad”. Ante estas consideraciones de la protección del santo y valido de la protección de los guardas, huyó con sus dos hermanas con dirección a Ávila, y siempre puesta su confianza en la voluntad del Señor.




Enterado el cruel Daciano de la huída del joven Vicente y sus dos hermanas, ordenó a sus ministros saliesen en su persecución, los cuales no pudieron darle alcance hasta la ciudad de Ávila. Inmediatamente los crueles ministros se apoderaron de los santos y desahogando toda su rabia y odio contra ellos, les extendieron sobre un potro, azotaron con crueldad y descoyuntaron los huesos. En medio de este cruel suplicio los tres hermanos no cesaban de alabar y bendecir a Dios, llenos de gloria, porque se consideraban dignos de padecer por amor a Jesucristo, que en la cruz había expirado por ellos.








Imagen del Retablo de la Parroquia de los Santos Mártires de Talavera de la Reina (Toledo, España). Fotografía: Fondo Parroquia



Más como esto irritase más a los verdugos, para saciar su odio, poniendo las cabezas de los tres santos sobre unas piedra, con otras y con palos les dieron tan recios golpes, que destrozaron sus cráneos, logrando así los tres hermanos la corona del martirio el día 27 de octubre de año 307, en este mismo lugar en que está edificada la suntuosa Basílica a ellos dedicada. La crueldad inhumana de aquellos bárbaros verdugos dejó a merced de las aves y las fieras los santos cuerpos, más Dios Nuestro Señor, que aún de los males saca bienes, dispuso que de las breñas saliese una enorme serpiente que defendiese los sagrados cadáveres.

En estas circunstancias un judío poderoso de la ciudad trató de profanar aquellas sagradas reliquias, pero al llegar donde estaban, la serpiente se enroscó en su cuerpo, apretándole tan fuertemente, que ponía en peligro su vida, a más de atemorizarle con sus silbidos espantosos. En este trance aquel hombre vuelve sus ojos al Dios verdadero, prometiéndole convertirse y dar sepultura a los sagrados cuerpos, si se veía libre de aquel peligro. Dios oyó su súplica, y la serpiente huyó, y recibiendo aquel hombre el bautismo, dio sepultura a los sagrados cuerpos, y edificó la primera Iglesia dedicada a los tres santos hermanos mártires en el mismo lugar en que derramaron su sangre por la fe. Aprendamos el amor de Dios, estando dispuestos, si fuera necesario, a dar nuestra vida por Dios.”